Praga

Una de mis ciudades favoritas (y no sólo por la cerveza, que conste), Praga es una de las ciudades de centro Europa más asequibles de visitar: aún mantiene unos precios económicos, su centro histórico es magnífico, los amantes de la música clásica (sobre todo la del periodo barroco y neoclásico) pueden asistir a conciertos diariamente, y sus numerosas tabernas producen su propia cerveza... ¿Qué más se puede pedir?
Praga es otra de esas ciudades que puede visitarse perfectamente en un fin de semana. Desde mi punto de vista, hay cuatro visitas obligatorias:
En primer lugar Hradcany, el Castillo de Praga, un complejo amurallado del siglo XVIII que cuenta con varios patios y edificios singulares. Entre los numerosos edificios que componen este complejo, caben ser destacados la Galería del Castillo, en el segundo patio, donde se exponen algunos ejemplos de la colección pictórica de los Habsburgo (sobre todo, pintores barrocos italianos y flamencos), la Catedral de San Vito, construida interrumpidamente a lo largo de cinco siglos y de dimensiones magníficas (puede subirse hasta la torre, por una angosta escalera de caracol de más de 200 escalones, para admirar una panorámica única de la ciudad),el antiguo Palacio Real, residencia de los reyes y príncipes de Bohemia mientras Praga fue su capital, la basílica de San Jorge, de época románica, y uno de los lugares más visitados de Praga, el Callejón del Oro, humildes casas donde vivieron los artesanos del palacio, hoy reconvertidas en tiendas de souvenires, con el famoso número 22 donde residió Kafka durante el invierno de 1917 para escribir una de sus novelas ("Un médico rural"). En las cercanías del Castillo, y antes de entrar en él, se encuentran dos conventos importantes; el monasterio de Loreto, de arquitectura barroca, que posee una réplica de la casa de la Virgen que según la leyenda fue transportada de Nazareth a la italiana Ancona; y el monasterio de Strahov, que llegó a ser el más grande de Bohemia, y que custodia la mayor biblioteca sacra del país.
El segundo de los barrios a visitar es Malá Strana, el "barrio chico", uno de los conjuntos barrocos más bellos del mundo. Este barrio une el Castillo con la Ciudad Vieja a través del puente de Carlos, del que hablaremos más adelante. La plaza de Malastrana reúne los edificios más emblemáticos del barrio, como la iglesia de San Nicolás de Malá Strana, que divide la plaza en dos partes, el palacio Kaiserstein, actual cámara de comercio, el Ayuntamiento de Malá Strana o la Casa de la Mesa de Piedra; en las cercanías, destacan el palacio Valdstejn y sus jardines escalonados, la isla Kampa, la plaza de los Malteses o la iglesia de Santa María de la Victoria, que custodia al Niño Jesús de Praga. Desde la calle de los Carmelitas (karmelitská) parte el funicular que lleva hasta el parque Petrín, que cuenta con una réplica a escala de la Torre Eiffel, parque que también une el barrio del Castillo y Malá Strana desde el monasterio de Strahov.
En tercer lugar, y uno de los centros históricos más bellos de Europa, la Ciudad Vieja o Stare Mesto, centro monumental y turístico de Praga. Merece la pena callejear por sus estrechas calles cercanas al río y por las avenidas que lo únen con el barrio judío y con la ciudad nueva, para observar las magníficas fachadas de sus palacios, atestados de tiendas de regalos, restaurantes y tabernas. El barrio lo atraviesa un eje longitudinal conocido como "Camino Real", desde la Torre de la Pólvora en la plaza de la República hasta el puente de Carlos, camino que seguían los cortejos de coronación de los reyes de Bohemia hacia el Castillo; dicho camino atraviesa los lugares más importantes de la Ciudad Vieja: la Torre de la Pólvora; la Casa de la Virgen negra, actual Museo del Cubismo; la Universidad de Carlos; la plaza del Ayuntamiento, Staromestka Namesti, con la famosa torre del reloj astronómico, las iglesias del Tyn y de San Nicolás, otros palacios y edificios singulares, y la estatua de Jan Hus; la plaza pequeña (Malé Námesti); la Capilla de Belén (hay que salirse un poco de la ruta), única iglesia en la que se predicaba en checo durante el siglo XIV, y donde vivió Jan Hus; el Clementinum y la iglesia de San Salvador; hasta llegar al puente de Carlos, lugar atestado de turistas, monumento más fotografiado de la ciudad, junto al reloj del antiguo ayuntamiento de la Ciudad Vieja.
En último lugar, aunque no por ello menos importante, el antiguo barrio judío, Josefov, del que ahora sólo quedan algunas sinagogas como recuerdo, ya que este barrio fue reconstruido a principios del siglo XX con edificios de estilo modernista. El Museo Judío, una de las visitas obligadas en Praga, lo forman seis dependencias distintas: cuatro sinagogas, la Casa de Ceremonias y el Cementerio Viejo; cuenta la historia de los judíos de Bohemia y Moravia, centrando su atención en dos aspectos distintos, los rituales y ceremonias de la liturgia judía, y los efectos del holocausto nazi en esta población. La sinagoga Pinkas, en cuyas paredes están escritos los nombres de los casi 80.000 judíos checos deportados por los nazis, ofrece una fuerte impresión de lo que significó el holocausto para el pueblo judío. Por otro lado, el Cementerio Viejo, utilizado entre los siglos XV y XVIII, ofrece una pintoresca visión de las tradiciones judías, que no exhuman los cadáveres, dando lugar a esta aglomeración espontánea de lápidas y sepulcros. Otro de los lugares de interés del Josefov es el Rudolfinum, conservatorio de Praga, actual sede de la orquesta filarmónica.

Si la visita a estos cuatro barrios no ha sido suficiente y aún tenemos tiempo para seguir recorriendo la ciudad, el siguiente barrio a visitar es la Ciudad Nueva o Nove Mesto, en la que se encuentran dos de los restaurantes que más me gustan de la ciudad; típicos y llenos de turistas, sus precios son caros comparados con otros establecimientos, pero siguen manteniendo un precio asequible: son la cervecería "U Fleku", una taberna para 1.200 comensales que prepara una de las cervezas más ricas que he probado nunca, desde hace 500 años; y la cervecería "U Kalicha", famosa por ser el lugar donde Jaroslav Hasek escribió "Las aventuras del buen soldado Svejk", la historia de un curioso personaje centradas en la Primera Guerra Mundial.
La Ciudad Nueva tiene dos arterias principales, una que parte desde la Torre de la Pólvora y la Plaza de la República por la calle Narodni hasta el río, llegando al Teatro Nacional, desde donde se tiene una magnífica vista del puente de Carlos y el Castillo. Perpendicular a la calle Narodni se encuentra la plaza Wenceslao, famosa por los edificios modernistas que se sitúan a ambos lados de la plaza y por el Museo Nacional, que cierra la plaza por su lado sur; también cerca de la plaza se encuentran el museo del Comunismo y el más recomendable Casa-Museo de Alfons Mucha, uno de los cartelistas más reconocidos del Art Nouveau (Modernismo). El otro eje discurre paralelo al río, y lleva desde el Teatro Nacional hasta el otro castillo de Praga, el Vysehrad, monte mítico de Praga, importante por su simbolismo en la historia de la ciudad, y que guarda algunas esculturas originales del puente de Carlos. Desde el Castillo pueden tomarse dos caminos para acercarse hacia el centro: el que sigue la orilla del río pasa por algunos edificios de fachadas destacables, siendo la más original de todas "La casa danzante" de Frank Gehry. El otro camino va por el interior de la ciudad hasta llegar a la Plaza de Carlos, que pasa por el Jardín Botánico y numerosas iglesias y conventos, como el Convento de Emaús, la iglesia de San Esteban, la Rotonda de San Longinos o la iglesia de Santa Catalina, cuyo convento es hoy pabellón psiquiátrico. La plaza de Carlos cuenta con varios edificios destacables, como el Ayuntamiento de la Ciudad Nueva o la iglesia de San Ignacio, sede de los Jesuitas de Praga.Por último, desde la plaza, y llendo hacia el río, nos encontramos con la iglesia de San Cirilo y San Metodio, famosa por ser el último reducto donde se refugiaron los participantes de la Resistencia tras asesinar al gobernador nazi de Bohemia y Moravia, y donde fueron asediados hasta morir.

Praga

Milan

La capital de la Lombardía ha sido una de las ciudades más importantes de Italia desde la Edad Media; aunque carece del atractivo de otras ciudades como Florencia, Venecia o incluso la propia Roma, es un interesante destino para pasar un fin de semana, con numerosos atractivos turísticos y culturales.
Dejando aparte los lagos y el resto de la provincia, Milán es famosa, además de por ser un importante centro industrial y comercial, por residir en ella la obra maestra de Leonardo da Vinci, "La última cena" (o "il cenacolo"), en el refectorio de Santa Maria delle Grazie (reservad con meses de antelación, pues sino será imposible visitarlo).
Pero los atractivos de Milán son muchos otros: por un lado, la imponente catedral ("il Duomo"), cuya construcción se prolongó más de 400 años, y cuyos tejados ofrecen un paseo único, rodeado de miles de pináculos y esculturas, que producen la sensación de caminar por un bosque de piedra. Junto a la catedral, destacan las galerías Vittorio Emanuele II, emblema de la era industrial, realizadas en el tercer cuarto del siglo XIX. También caben ser destacados el Castello Sforzesco, sede de la familia Sforza, una de las más importantes del Renacimiento italiano, y actualmente museo, que cuenta, entre sus obras maestras, con la "Pietá Rondanini" de Miguel Ángel; y la Pinacoteca di Brera, una de las más importantes del mundo, que cuenta con obras maestras de Piero della Francesca, Rafael, Caravaggio, Bellini, Mantegna, Tintoretto, Canaletto, Reni, Caracci , Modigliani, Boccioni...
Pero además, el centro de Milán merece ser recorrido a pie, tanto para descubrir algunos edificios magníficos (el Palazzo della Ragione junto al Duomo, la Torre Velasca, imitando a una torre medieval; Ca' Grande, sede de la Universidad de Milán; el Palazzo Marino, ayuntamiento de la ciudad; la Casa degli Omenoni y su llamativa fachada; la Torre Pirelli, uno de los edificios más altos de la ciudad; o la Stazione Centrale, estación de trenes de dimesiones colosales, claro ejemplo de la arqiutectura fascista de los años 20 del siglo pasado), como para poder tomarse una caña y una tapa en alguno de sus numerosos bares (sí, Milán también ofrece tapas gratuitas para acompañar a las carísimas cañas, aunque no en todos los bares).
Por último, también deben ser tenidas en cuenta una serie de iglesias, además de la Catedral y Santa Maria della Grazie, tanto por su arquitectura como por las obras de arte que alojan: así, podemos destacar Sant'Ambrogio, una de las basílicas más antiguas de la ciudad, donde reside el sepulcro del santo patrón de Milán; San Lorenzo Maggiore, con mosaicos del siglo IV; Santa Maria presso San Satiro, donde Bramante realizó un magnífico trampantojo (la planta, de cruz griega, simula una cruz latina, gracias al juego óptico de la cabecera); o Sant'Eustorgio, cuya capilla Portinari encarna los ideales renacentistas florentinos con gran perfección.
La Scala de Milán, el paseo por los "Navigli" (canales) o la Pinacoteca Ambrosiana, son otros puntos de interés que hacen de Milán un destino atractivo para un fin de semana.
Milán

Epidauro-Micenas-Nauplio

De los muchos lugares que pueden visitarse en la Península del Peloponeso, estos tres se encuentran a una corta distancia de Atenas y pueden ser visitados en un mismo día.

Epidauro era una pequeña ciudad-estado de la Argólida, Península al noroeste del Peloponeso, conocida funtadmentalmente por su santuario de Asklepios y por su teatro, aún en uso hoy en día. Concebido por Policleto el Joven en el siglo IV a.C. para 14.000 espectadores, acogía cada cuatro años las celebraciones de las Asclepeia, concurson en honor del dios de la medicina, Asklepios. Su acústica es excepcional, permitiendo a los espectadores de las últimas filas escuchar y distinguir a los actores hablando en voz baja.

Micenas fue uno de los mayores centros de la civilización griega en el segundo milenio a.C., en torno a los años 1600-1100 a.C. Fue tan importante, que se denomina "micénico" a este periodo de tiempo.
El yacimiento actual, una ciudad-fortaleza rodeada de grandes murallas, es el más importante de la zona, en la que destacan otros como los de Tirinto, Pilos, Yolcos,... Destaca la ciudad alta, Acrópolis, amurallada con bloques ciclópeos, encierra los palacios de la corte aquea y los primeros enterramientos. Pero posteriormente, las tumbas empezaros a construirse en las laderas cercanas, en forma circular (tholos), entre las que merece ser visitada la llamada el Tesoro de Atreo, descubierta por Schliemann a finales del siglo XIX (pero saqueada muchos siglos atrás).
De los restos del yacimiento actual, destaca sobre los demás, la Puerta de los Leones, la entrada monumental a la ciudad amurallada.
Durante el periodo oscuro (siglo VIII a.C.), las leyendas de Homero preservaron la memoria de esta civilización, siendo Agamenón, rey de Micenas, el líder de los griegos en la Guerra de Troya.

Nauplio es la capital de la región de la Argólida, con unos 20.000 habitantes, siendo un puerto importante. Su nombre deriva del hijo de Poseidón y Amimone, llamado Nauplio.
La ciudad paso por las manos de diferentes ciudades-estado griegas, después por los romanos, los bizantinos, los venecianos (siglo XIV) y los otomanos, hasta que en el siglo XVIII formó parte de Turquía. Fué liberada por los griegos durante la guerra de independencia, a mediados del siglo XIX, siendo residencia del Congreso y del Gobierno de Grecia hasta 1834.
De su pasado se conservan vestigios de todas sus épocas: antigüedad greco-romana, Bizancio, y sobre todo, las construcciones defensivas de los siglos XVII-XIX, realizadas por los venecianos y los turcos, como consecuencia de las guerras producidas en esa zona.
Merece la pena visitar tanto la fortaleza alta, llamada Palamidi, y la ciudad vieja, una pequeña colina que forma un cabo bordeando la bahía, en la que pueden encontrarse numerosos edificios destacables.

Micenas-Epidauro-Nauplio

Delfos

Considerada por todos los griegos antiguos como el centro del mundo (ónfalos), junto a la ciudad de Delfos, en la ladera del monte Parnaso, la leyenda cuenta que el dios Apolo situó en ella uno de los Oráculos más importantes de la Antigüedad.

El actual yacimiento arqueológico cuenta con los restos del templo, del teatro y del estadio, así como los numerosos "tesoros", edificaciones donde las diferentes ciudades-estado griegas guardaban las riquezas que utilizaban para las ofrendas al templo y la consulta del oráculo.
A pesar de que los restos más antiguos corresponden al siglo VIII a.C., la historia del santuario contó con numerosos saqueos, incendios y destrucciones, siendo reconstruido en varias ocasiones.

El yacimiento cuenta con dos grupos principales, el formado por el Templo de Apolo, el teatro, el estadio y los "tesoros" (sobre todo el Tesoro de los Atenienses) y demás edificaciones principales, que se recorre siguiendo la vía sagrada, y el Santuario de Atenea Pronna, donde se encuentra el gimnasio y uno de los edificios más retratados de todo el conjunto, un tholos (templo circular).

Junto al yacimiento, se encuentra un moderno museo con objetos hallados en las excavaciones del santuario, entre los que destaca el Auriga de Delfos, una figura de bronce realizada en la Magna Grecia (colonias griegas de la península Itálica) en el año 474 a.C., del que no se conserva ni la cuádriga ni los caballos que de ésta tiraban, pero que es una de las pocas esculturas originales de bronce de la Grecia Antigua.

Delfos

Hydra

Situada en el golfo Sarónico, a tan sólo hora y media en barco rápido (hidrofoil) de Atenas, con la que está conectada diariamente, su pequeña extensión (apenas 50 kilómetros cuadrados) y su pintoresco ambiente, la convierte en una de las islas más bonitas de la zona.
Habitada por menos de 3.000 personas, su vegetación es menos abundante que en otras islas de la zona, pero por el contrario, cuenta con uno de los servicios públicos más pintorescos de Grecia: en la isla no hay vehículos de motor y solamente se puede circular a pie, en burro o en barcas.
Sus 55 kilómetros de costa ,con calas apartadas y tranquilas, de aguas cristalinas, la convierten en un buen destino turístico para el descanso.
Hydra

Atenas

La Capital de Grecia ha pasado por diferentes etapas de grandeza y decadencia. Desde la Antigüedad, cuando Atenas era el mayor centro cultural e intelectual del mundo, conocida como la cuna de la civilización occidental y sede de una de las primeras "democracias" del mundo, hasta la actualidad, capital del país, pasando por la dominación turca otomana, cuando perdió gran parte de su prestigio.
Actualmente, Atenas cuenta con una población que supera los 5 millones de habitantes, debido a que en su rápida expansión ha ido asimilando las poblaciones cercanas, hasta tal punto, que en los próximos años se prevé que llegue a unirse con la alejada población de Corinto.
De su pasado clásico, quedan las ruinas de la Acrópolis, uno de los lugares más impresionantes de la ciudad y visita obligatoria para todo el que viaje a Grecia. Los restos del Partenón, del templo de Atenea Niké o del Erecteion, son los más importantes de la Acrópolis. Pero además, en las zonas más céntricas y animadas de la ciudad se encuentran numerosas zonas arqueológicas de época griega y romana (Torre de los vientos, Biblioteca de Adriano, Thesseion, Stoa de Atalos,...).

Del centro de Atenas cabe destacar la mezcla de culturas, donde la influencia turca y mediterránea crean un peculiar modo de vida, en el que toma mucha importancia la vida social, la calle. Buena muestra de ello son los barrios de Psiri (la Pulga), Monasteraki y la Plaka, abarrotados de restaurantes, tiendas de souvenirs y turistas, miles de turistas.

Pero el centro de Atenas también posee monumentos más recientes. Desde los inicios de la Historia del Arte, a finales del siglo XVIII, coincidiendo con el periodo neoclásico, Atenas recibe la visita de arqueólogos e historiadores, dispuestos a descubrir los hallazgos más relevantes del pasado clásico de la ciudad. Destaca entre todos ellos, Schliemann, descubridor de las ruinas de Troya y Micenas. De este periodo neoclásico son también, los edificios de la Biblioteca Nacional, de la Universidad y de la Academia de Arte. También cabe destacar el Museo Arqueológico Nacional, que recoge las piezas halladas en los yacimientos arqueológicos de Atenas, Micenas y otras poblaciones.

También merece ser visitada la zona portuaria, El Pireo, un gran puerto dividido en zonas deportivas, comerciales y de transporte. Cenar en Mikrolimano, el puerto pesquero, con las terrazas en los pantalanes del puerto, es una de las visitas obligadas.

Dos visitas interesantes por las vistas que de la ciudad se obtienen son la subida al monte Lykavittós y el paseo a la colina de Filopapo. Desde ambas colinas se tiene una inmejorable situación de Atenas, su extensión y la ubicación de sus principales monumentos.
Atenas

Rishikesh

La última parada del viaje es la capital del yoga. Desde que John Lennon la visitó en los sesenta para conocer la meditación trascendental, Rishikesh se ha convertido en un destino fundamental para los hippies de todo el mundo.
Situada en las faldas del Himalaya (aunque sólo a 300 metros de altura), es el punto de partida para conocer las fuentes del Ganges, una de las peregrinaciones más importantes para los hindúes.
Rodeada de una exhuberante vegetación, Rishikesh permite disfrutar del Ganges como ningún otro lugar: rafting, piraguas, trekking, playas,... Por ello es uno de los lugares turísticos preferidos para la clase media hindú.
Rishikesh es, como punto final del viaje, un hermoso lugar de descanso y meditación para recargar las pilas ante la vuelta a Occidente.
Rishikesh